Göbekli Tepe

Göbekli Tepe, recuerda vagamente Stonehenge pero es mucho más antiguo y no está hecho de toscos bloques sino de pilares de piedra caliza y hasta 5.5 metros de altura, finamente tallados y adornados con bajorrelieves de animales: un desfile de gacelas, serpientes, zorros, escorpiones y jabalíes. El conjunto fue construido hace unos 11.600 años, siete milenios antes que la Gran Pirámide de Keops, De hecho, Göbekli Tepe es el ejemplo más antiguo conocido de arquitectura monumental, la primera estructura levantada por el ser humano con una envergadura y complejidad mayores que las que hasta donde alcanzan nuestros conocimientos.

Vista de uno de los recintos del yacimiento arqueológico Göbekli Tepe, en Turquía.

 

Cuando se edificó Göbekli Tepe, gran parte de la humanidad estaba organizada en pequeñas bandas nómadas que vivían de la recolección de plantas y de la caza de animales salvajes. Para construir el templo, probablemente fue necesario reunir en un solo lugar más personas de las que jamás se habían reunido hasta entonces. Asombrosamente, los constructores lograron extraer, tallar y transportar piedras de 16 toneladas a lo largo de cientos de metros, aunque no conocían la rueda ni disponían de animales de carga. Los peregrinos que acudían a Göbekli Tepe vivían en un mundo sin escritura, ni metales ni cerámica. A aquellos que se acercaron al templo subiendo la pendiente, los pilares debieron de parecerles gigantes petrificados, cubiertos de animales esculpidos que temblaban a la luz de las llamas, emisarios de un mundo espiritual que la mente humana apenas comenzaba a vislumbrar.

Los arqueólogos todavía están excavando en Göbekli Tepe y aún no se han puesto de acuerdo respecto a su significado. Pero lo que sí saben es que el yacimiento es el más notable de una serie de hallazgos inesperados que han cuestionado anteriores ideas sobre el pasado remoto de nuestra especie. Hace apenas 20 años la mayoría de los investigadores creía conocer el momento, el lugar y la secuencia aproximada de la revolución neolítica, la crucial transición que condujo al nacimiento de la agricultura, determinante para que Homo sapiens dejara atrás los grupos dispersos de cazadores-recolectores para empezar a formar poblados agrícolas y, a partir de ahí, sociedades tecnológicamente avanzadas con grandes templos, torres, reyes y sacerdotes que regían el trabajo de sus súbditos y registraban sus hazañas por escrito. Pero en los últimos años, nuevos descubrimientos, entre los que destaca Göbekli Tepe, han obligado a los arqueólogos a replantearse sus puntos de vista.

Los refinados bajorrelieves con buitres, escorpiones y otras criaturas hallados en los pilares den forme de T debieron de ser obra de hábiles artesanos, una evidencia de que los cazadores-recolectores estaban evolucionando hacia estructuras sociales mas complejas.

Al principio, la revolución neolítica se consideraba como un suceso único ocurrido en un único lugar, Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Éufrates (en lo que hoy es el sur de Iraq), que más tarde se extendió a la India, Europa y el resto del mundo. La mayoría de los arqueólogos creía que ese florecimiento súbito de la civilización había sido propiciado en gran medida por cambios climáticos: un calentamiento gradual al final de la última glaciación que permitió a algunos pueblos iniciar el cultivo de plantas y el pastoreo de animales. La reciente investigación sugiere que, en realidad, la «revolución» fue obra de muchas manos que actuaron en un área muy extensa y a lo largo de miles de años. Además, es posible que su motor no fuera el medio ambiente sino algo completamente diferente.

Göbekli Tepe es quizás el primero de todos los lugares de peregrinaje. Lo que sugiere, al menos a los arqueólogos que trabajan allí, es que el sentido humano de lo sagrado, y quizá también el gusto del ser humano por la escenificación, pueden haber sido el motor de la civilización.